LA AUTOMUTILACIÓN
un grito silente de auxilio
Dr. Mario G, Maldonado, M.D., M.Sc.,
DESS.
Especialista en medicina del dolor y psiquiatría transcultural
La automutilación es un tema tabú
en la mayoría de los países del mundo. América Latina y el
Ecuador no son la excepción. Cuando se descubre que un miembro de
la familia se inflige a sí mismo heridas, cortaduras o quemaduras a
repetición, el miedo, la vergüenza y la desesperanza se apoderan
rápidamente de los familiares.
Este comportamiento extraño de
autodestrucción es difícil de entender y frecuentemente pensamos
que algo muy grave y enfermizo afecta a nuestro ser querido. Para
desgracia de los pacientes que sufren de automutilación, raramente
la familia busca ayuda profesional.
La respuesta más común suele ser
que el paciente y su dolencia son sumergidos en la oscuridad del
secreto.
Los expertos definen la
automutilación como la destrucción o alteración directa y
deliberada que una persona hace de sus propios tejidos corporales
sin la intención de suicidarse. Se distinguen dos tipos de
automutilación:
La primera es aquella que es aceptada
por una cultura o las costumbres de un pueblo, y la segunda es
aquella que es claramente una desviación patológica.
Prácticas culturales mutilantes
Entre las automutilaciones de tipo
cultural encontramos los rituales que se repiten a través de
generaciones.
Muchas mutilaciones se hacen con el
fin de promover la espiritualidad, la curación de enfermedades, o
el orden social. Las llagas en la cara de un soldado prusiano, la
circuncisión, los tatuajes en el cuerpo y la perforación de las
orejas para insertar aretes decorativos, son algunos ejemplos de
prácticas culturales que implican algún grado de modificación
corporal. A través de la historia se han visto muchos ejemplos de
esto.
La automutilación patológica
Ésta puede ser moderada o severa.
Las automutilaciones moderadas pueden ser repetitivas, compulsivas y
episódicas.
La automutilación severa se asocia a
problemas mentales mayores tales como episodios psicóticos, la
esquizofrenia, la manía, la depresión, el autismo, el retardo
mental y la intoxicación aguda con drogas, entre otros.
Algunos ejemplos de esta categoría
de automutilación son, la autocastración, amputarse un dedo, o
cortarse una oreja. Se han visto casos extremos en donde pacientes
graves deciden reventarse un ojo.
El célebre pintor holandés Vincent
Van Gogh, quien se cortó su oreja izquierda, padecía seguramente
de esta dolencia.
En cambio la automutilación moderada
puede aparecer en personas que parecen completamente normales.
Algunos investigadores del tema
piensan que esas personas son frecuentemente muy inteligentes. Otros
en cambio han descubierto que las personas que se automutilan tienen
un tipo de personalidad llamada "borderline".
Un ejemplo de automutilación
moderada compulsiva es arrancarse cientos de cabellos, contarlos uno
a uno, para luego botarlos o comerlos. Estos episodios pueden
repetirse muchas veces cada día.
Cuando los episodios de
automutilación ocurren de un tiempo a otro, ésta es llamada
episódica. Un buen ejemplo es las cortaduras, quemaduras,
perforaciones de la piel en las muñecas, las piernas, el cuello,
etc. Las heridas son hechas de manera deliberada con el fin de
camuflar pensamientos y emociones angustiantes, sentirse mejor y
ganar un sentimiento de control de sí mismo.
Finalmente, en la automutilación
moderada repetitiva, la persona deviene completamente dedicada a
inflingirse heridas. Este tipo de automutilación comienza
usualmente en la adolescencia y persiste por decenios. El abuso del
alcohol, la cleptomanía (robo compulsivo), la anorexia y la bulimia
son problemas paralelos frecuentes de la automutilación.
El cerebro y la automutilación
Los científicos del cerebro han
notado que cuando la serotonina (un químico del cerebro) está
disminuida en el cerebro, las personas tienden a autoagredirse.
Inversamente, cuando estos pacientes
reciben medicamentos que aumentan la serotonina en el cerebro
tienden entonces a normalizarse.
Otro químico cerebral emparentado al
opio, las encefalinas, controlan el dolor y las emociones (placer o
euforia). Cuando una persona decide cortarse la piel de la muñeca
por ejemplo, las encefalinas son producidas rápidamente por el
cerebro para bloquear el dolor.
En el caso de la automutilación, la
persona enferma parece que aprende a herirse para inducir la
producción de encefalinas y así sentirse mejor, debido al efecto
euforizante de los opiáceos.
Otros químicos cerebrales han sido
también estudiados y parecen jugar un rol en la automutilación,
entre ellos están: las catecolaminas (químicos del estrés) y la
GABA (químico de la ansiedad).
¿Se puede curar la
automutilación?
Afortunadamente existen varias
estrategias terapéuticas que ayudan grandemente a los pacientes que
sufren de automutilación. En la actualidad, los modernos
medicamentos que promueven el aumento de la serotonina en el cerebro
son sumamente eficaces.
Se calcula que con una terapia
apropiada el 97 por ciento de los pacientes mejora
significativamente. La automutilación es y seguirá siendo un
problema de salud tabú.
Poco se conoce sobre la frecuencia de
la enfermedad y a quiénes afecta. En mi propia investigación
psiquiátrica con estudiantes de una universidad prestigiosa de Los
Ángeles, California, pude constatar que nadie en el campus
universitario hablaba del problema, pero muchos estudiantes
brillantes, especialmente jovencitas, de un medio socioeconómico
alto, de personalidad aparentemente normal se automutilaban.
Para terminar, es muy importante que
las familias y los profesionales de la salud revelen y detecten este
problema a tiempo. Esta recomendación es más pertinente debido a
que una investigación hecha hace pocos meses reveló que los
pacientes que se automutilan y tienen ideas suicidas, están en alto
riesgo de cometer un suicidio.
Los profesionales de la salud, deben
dirigir a sus pacientes hacia un tratamiento adecuado tan pronto
como identifiquen a una persona que se automutila.
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