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El costo psicológico de la migración

Dr. Mario G, Maldonado, M.D., M.Sc., DESS.
Especialista en medicina del dolor y psiquiatría transcultural

Cientos de miles de ecuatorianos han emigrado en la última década con el fin de mejorar sus vidas y las de sus familiares. Todavía miles esperan un día poder salir del país y probar su suerte en países de América del Norte y de Europa. Las historias de éxito y de prosperidad que resuenan en el Ecuador alientan aún más a los indecisos y maravillan a los que deciden quedarse. Al parecer, casi todos asumen que salir del país es bueno. Y pocos dudan que trabajar en el extranjero mejora la economía familiar, el desarrollo profesional del individuo, el estatus social del emigrante y su familia, y la economía del país. Sin embargo, casi nadie ha detenido a pensar en los efectos psicológicos de la emigración sobre la persona que emigra y su familia (esposa-o, hijos y otros dependientes).

El impacto social de la migración

La mudanza a un nuevo país genera innumerables rupturas, tales como la desintegración de la familia, cambios de ocupación, de la red de amistades, de valores y costumbres, estatus profesional y social y estilo de vida. Si el país de destino es culturalmente muy distante (migración transcultural), los cambios serán todavía más profundos y numerosos. El emigrante deberá aprender un nuevo idioma, aceptar nuevas costumbres, nuevos valores, nuevos roles en la sociedad de acogida. El ajuste individual a estos cambios frecuentemente causa estrés psicológico, problemas emocionales y afectivos, que pueden generar con el tiempo desórdenes mentales en las personas vulnerables. Los problemas psicológicos del migrante repercuten grandemente en la familia, la comunidad y el país.

El Impacto psicológico de la migración

La llegada del emigrante al país o cultura de acogida causa masivos cambios psicológicos; un verdadero shock cultural, que comienza con entusiasmo y optimismo y termina con la adaptación o el rechazo a la nueva cultura. Entre los factores psicológicos de más importancia encontramos el estrés psicosocial, que aumenta debido al ajuste rápido requerido para funcionar en la sociedad de acogida.

No hablar el mismo dialecto o idioma, comportarse socialmente violando las normas locales, no encontrar el empleo soñado, no entender los hábitos de trabajo y de amistad, la nostalgia por su país natal, etc., aumentan drásticamente el estrés. Otro factor afectado es la red social. El emigrante se encuentra aislado socialmente, sus amigos han quedado atrás en su país de origen. En el nuevo país no tiene amigos, no tiene soporte, no tiene confidentes.

Una pobre red social es nefasta para la salud mental. La autoestima es otro factor psicológico severamente afectado en los emigrantes. Súbitamente, sus habilidades no son muy apropiadas en el nuevo país, en consecuencia se siente incompetente e inseguro.

Frecuentemente los emigrantes pierden su estatus social y profesional. Por ejemplo, un profesor de escuela que se ve obligado a trabajar de jornalero o una enfermera qué debe trabajar de niñera, no sentirán precisamente que sus empleos favorecen el desarrollo de una buena autoestima.

La habilidad para resolver problemas es otro factor psicológico afectado. Un sentido de ineficacia embargará paulatinamente al nuevo inmigrante. Actividades y decisiones que antes parecían fáciles ahora aparecerán muy difíciles. Cuando estos factores se suman a una vulnerabilidad biológica a las enfermedades mentales, la salud mental del emigrante se deteriora grandemente.

El impacto psicológico negativo de la emigración afecta también a los miembros de la familia que se quedan. La esposa o esposo y los hijos e hijas (incluso abuelos y abuelas en el caso de los ecuatorianos) sufren de una pérdida o duelo psicológico drástico. Los mismos factores psicológicos mencionados se alteran y potencialmente pueden desencadenar desórdenes mentales.

Desórdenes mentales associados a la migración

Las enfermedades mentales que afectan a los emigrantes y a sus familias son numerosos. Los desórdenes depresivos y ansiosos, las fobias, la somatización, diversos síndromes dolorosos crónicos, el abuso de drogas, la violencia familiar y negligencia de los niños, desórdenes de conducta y comportamiento de niños y adolescentes, los episodios psicóticos e incluso la esquizofrenia han sido descritos en las poblaciones emigrantes.

Una investigación realizada este año y publicada en la prestigiosa revista científica American Journal of Psychiatry concluyó que una historia personal o familiar de migración es un importante factor de riesgo de la esquizofrenia. Obviamente, la emigración no siempre resulta en enfermedades mentales. Algunos de los emigrantes se adaptan con éxito al país de acogida y construyen una vida próspera y en buena salud mental. Al parecer, el emigrante latinoamericano está en menor riesgo de desarrollar enfermedades mentales, cuando se lo compara con otros emigrantes. Un estudio reciente hecho en EE.UU. encontró que los estadounidenses y mexicano-estadounidenses nacidos en los EE.UU. están en mayor riesgo de desarrollar una enfermedad mental que el emigrante nacido en América Latina.

La gran importancia de la familia y el apego del emigrante latino a sus familiares parece protegerlo en cierta medida de algunas enfermedades mentales. Sin embargo, no hay que olvidar el alto costo psicosocial de la migración en el país y la necesidad urgente de servicios de salud mental de esta población emigrante y sus familiares.

Las Fases (Período de 5 años)

El shock cultural que se produce debido a la migración pasa por las siguientes fases fácilmente identificables:

  • Euforia y optimismo durante los primeros años en la nueva cultura.

  • Altas expectativas de éxito.

  • Atención exclusiva a todos los aspectos positivos de la nueva cultura.

  • Desatención a los aspectos negativos de la nueva cultura.

  • Desilusión paulatina que puede comenzar solamente a los tres o cinco años.

  • Atención a los aspectos negativos de la nueva cultura, crítica y cinismo.

  • Nostalgia del país de origen y atención exclusiva a los aspectos positivos de la cultura de origen.

  • Rechazo a la cultura de acogida.

  • Adaptación al país de acogida.

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